La "U" sin respeto a la historia.

Los azules conquistaron un épico triunfo sobre Flamengo en Río: Con un fútbol contundente y sólido, el equipo de Pelusso acalló a las 70 mil personas que llegaron al mítico Maracaná y quedó con la primera opción para avanzar a semifinales de la Libertadores.

"Flamengo no es un monstruo de tres cabezas. Le ganó a Corinthians, es cierto, pero tampoco era gran cosa. Y si sumó tantos puntos en la primera fase fue porque estaba en el grupo más débil".

Gerardo Pelusso, en la víspera del duelo de anoche, respiraba optimismo. Presentía una actuación consagratoria de su equipo.

Y sus sospechas se corroboraron desde el arranque. Pese a que la salida de los rojinegros hizo temblar al estadio completo, la U estaba enfocada sólo en el duelo.

"Los de afuera son de palo", les había insistido su DT hasta el cansancio, y los jugadores volaban en el césped del mítico Maracaná, ante la atónita mirada de los rubronegros , quienes no entendían nada.

Ya a los 3', Montillo había desperdiciado una opción de oro luego que Iturra le quitara una pelota a un irresoluto Rómulo. Y un minuto más tarde, Victorino acallaba a un estadio entero.

El silencio de la torcida fue impresionante. No podían dar crédito a lo que veían en la cancha. Y se extendió por casi todo el partido.

El duelo se dio tal y como lo predijo Pelusso. Álvaro Fernández le cerró el camino a Juan y Eduardo Vargas lo hizo con Leo Moura. Y en el medio, una actuación gigante de Victorino y Olarra tenía absolutamente maniatados a Adriano y Vágner Love. La orden era tratar siempre de anticipar la jugada y apurarlos en su punto débil, la defensa.

El partido perfecto casi se arruina con el descuento, pues los jugadores de la U se fueron instintivamente hacia atrás. Casi les cuesta caro. Fueron los peores momentos, que se corroboraron con la expulsión de "Colocho".

Pelusso, acalorado y casi en éxtasis, corrió al vestuario. Y corrigió todo mandando a Nelson Pinto a la cancha y a Montillo a marcar a la izquierda. La U tomó el control de nuevo, puso el 3-1, y de no ser por el rebote del minuto 89, podría haberse traído más que el 3-2 final.

Alegría total. Éxtasis. Esta U no respeta nada. Y se ilusiona con una corona que siempre ha mirado por la tele.

Para eso, claro está, tiene que ratificar en casa.